NOTA DEPRENSA ENVIADA POR HARITZALDE NATURZALEEN ELKARTEA EL 21 DE MARZO DE 2023
BELARTZA, ANTONDEGI Y EL CINTURON VERDE
En el Ayuntamiento de Donostia el modelo de urbanismo no cambia y como en el pleno apogeo del urbanismo salvaje del siglo XX, en el que se construían lotes residenciales y zonas industriales a gogó ocupando el suelo natural, los proyectos urbanísticos que están en sigilosa tramitación como el macropolígono de Belartza Alto (Belartza 2) o Antondegi y su parque de olas artificiales, nos llevan tristemente de vuelta a escenarios dramáticos para el patrimonio natural de todos los donostiarras.
No es casualidad el tupido velo informativo que rodea estos planeamientos, ya que a medida que se ha ido desarrollando una conciencia y sensibilidad ambiental, se han implantado instrumentos de planificación territorial y las nuevas directrices de ordenación del territorio ponen de manifiesto la necesidad de preservar el suelo natural no artificializado y no urbanizarlo. Se apuesta por una ciudad cohesionada, compacta y de cercanía. Así la planificación estratégica vigente establece la necesidad de preservar los ámbitos naturales y una apuesta clara y firme contraria a la nueva ocupación de suelo rural. Desoyendo las directrices de Desarrollo Sostenible emanadas por Naciones Unidas y a la Unión Europea, el Ayuntamiento de Donostia, por un lado declara la Emergencia Climática y proclama múltiples compromisos verdes que dan una apariencia de conciencia política ambiental (“green washing”)…pero por otro, tramita e impulsa proyectos que planifican arrasar de manera innecesaria miles y miles de metros cuadrados de suelo natural.
Las lomas de Antondegi y Belartza se hallan en estado natural y con la única defensa de que alguna vez, en un lugar del pasado (donde había otra conciencia ambiental y un espíritu desarrollista sin herramientas de evaluación ambiental exigibles), fueron calificadas como suelo urbanizable, son hoy objetivo de destrucción y transformación para lucrativos proyectos privados. La ciudad tiene un Plan General caducado hace 5 años que está siendo nuevamente redactado, y los políticos que nos gobiernan tienen plena capacidad de revertir estas clasificaciones del suelo de urbanizable a no urbanizable o establecer moratorias urbanísticas, dado que ninguno de los desarrollos urbanos periféricos privados planificados, obedecen al interés general o una demanda real de la sociedad. En contradicción con sus proclamas verdes, el gobierno municipal se parapeta en que mera tenencia de esa clasificación (que es reversible y revertible) es óbice para dar luz verde a estas destrucciones ambientales sin precedentes. La aprobación y tramitación de estos ataques contra el patrimonio natural solo responden a una sedienta visión económica cortoplacista, en una mirada miope hacia el futuro.
Esta cuestión es especialmente grave y alarmante cuando el gobierno municipal se pliega y acompasa una tramitación como el macropolígono mixto de Belartza Alto de mano de unos promotores reincidentemente infractores, que se han negado y saltado los mandatos municipales y que en última instancia no están cumpliendo la sentencia del TSJPV por la que el ayuntamiento fue condenado al permitirles realizar un macrovertido clandestino en la zona sobre un hábitat protegido, mediante la emisión de una licencia ilegal. Cuatro años después de la sentencia que no ha sido cumplida y 7 años después de los hechos, negocian, se sientan y tramitan la destrucción total de Belartza Alto para un nuevo polígono, estando Eskusaitzeta (Zubieta a 4km) con su millón de metros cuadrados, sin apenas ocupación .Antondegi y Belartza Alto, son dos parajes no urbanizados que se hallan en estado natural y forman parte importante y necesaria del cinturón verde donostiarra, albergando en su haber hábitats de gran importancia ecológica y una enorme biodiversidad.
La Agenda 2030 establece como necesaria la preservación de biodiversidad entre sus objetivos. Si queremos mantener nuestra calidad de vida presente y futura, debemos proteger las zonas verdes, crear corredores ecológicos y mantenerlos. Este compromiso de conservación ha de darse a escala local, territorial y global. Es por ello que las políticas urbanísticas y ambientales locales son la piedra angular sobre la que se sustentar el desarrollo sostenible.
Desde Haritzalde Naturzaleen Elkartea volvemos a solicitar al gobierno municipal una moratoria a los proyectos citados, una reclasificación del suelo a rural en orden a proteger el patrimonio natural y ambiental de Donostia y la conservación del necesario y maltrecho cinturón verde donostiarra. Máxime cuando el nuevo plan general de la ciudad está aun en fase de diagnóstico inicial. Pedimos cautela, coherencia y una mirada al interés general basada en el desarrollo sostenible real, más allá de las promesas verdes incumplidas
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